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Razones Para Que No Te Rindas

Todo lo que has empezado en tu vida, ha tenido una razón; así que no te rindas.

Si eres una de las mujeres que, al igual que yo, decidió tener una vida más activa, esto lo escribí para ti: porque es fácil trazarse una meta, pero difícil cumplirla, es fácil poner el despertador, pero difícil hacerle caso; es fácil saber qué es lo que más te conviene, pero muy difícil hacerlo sin flaquear. Por eso, lee esto cuando necesites un empujón, cuando te haga falta esa voz de aliento que siempre motiva y reconforta.

Si al escuchar el despertador, sientes que lo único que quieres es seguir durmiendo, recuerda que pusiste la alarma con una razón, que anoche, antes de dormir, pensaste que hoy sería un día donde superarías tu propio cansancio y ese infinito sueño que se apodera de ti. Piensa, que ese “bip bip bip”, es tu propia voluntad recordándote tu objetivo. Así que abre los ojos y no te rindas ante la comodidad de tu cama.

Si tenías planeado salir de la oficina e ir directo al gimnasio, no te rindas ante la primera invitación de alguna amiga. Los amigos son importantes, pero tu salud también. Así que respira profundo y recuerda porqué empacaste la ropa para el gimnasio desde antes que empezara tu día. Ve al gimnasio primero y con tu amiga después, seguro que tienes tiempo para las dos cosas.

No te rindas ante nada, porque tú puedes con todo. Puedes correr un poco más rápido, seguro que eres capaz con una pesa más grande, apostaría a que puedes subir esa difícil montaña sin bajarte de la bicicleta o que puedes saludar al sol por un segundo más, sin flaquear, confiando en tus piernas y en cada uno de los músculos que te sostienen por la vida. Y cómo no confiar en ti si tienes todo para hacerlo: tienes pulmones que se llenan del aire más puro a cada bocanada que das, tienes los músculos listos para sostenerte y crecer con cada esfuerzo, tienes la ropa que se mueve contigo en lugar de detenerte, que te sostiene en lugar de soltarte y que se hace una contigo cuando llegas a la meta.

Respira, cierra los ojos, haz una pausa si sientes que no puedes más; pero después de hacerlo, vuelve a empezar, da otro paso, salta un poco más alto y cuando estés en ello, enfócate en todas las razones que tuviste para hacerlo. Cuando las veas claras frente a ti, sonríe y no te rindas.


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